sábado, 26 de septiembre de 2009
Y hablás durante hora, hora y media con un flaco. Cubrís todos los temas interesantes posibles. Te cuenta que vive solo, y que mañana tiene que madrugar, pero no tanto, que tiene ganas de quedarse en la cama haciendo fiaca un rato. Le gusta la misma música -quedan en intercambiar algunos discos - se hacen recomendaciones de películas, y han estado leyendo lo mismo últimamente. Cuando están por llegar a las dos horas de conversación, y el resto de la fiesta no te importa nada, llega su novia, a quien había olvidado mencionar cuando hablaba de su rutina, con quién había hecho sus últimos viajes, con quién había visto esas películas. Y es muy tarde. Estás demasiado desorientada y aturdida como para evaluar de nuevo el terreno. La única opción viable es tomar un taxi, llegar a tu casa, prepararte un té y abrir ese chocolate Villars que tenías acovachado para una situación como ésta.
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