No, no me dan ganas de bajar los requisitos y empezar a cogerme a cualquiera, sólo para combatir el celibato.

Y no, no es un problema de autoestima o de inseguridad. Es un tema de realismo.

Cuando una mujer pasa los tres meses de celibato involuntario, se puede decir que estamos en condiciones de decir que es mentira eso de que las mujeres "cogen cuando quieren".

Existe algo peor que no ser linda/o: ser insulsa/o.

Algunos días, me miro al espejo y me digo "epa, esto no está tan mal!". Como que me amigo un poco conmigo misma. Luego, claro, no hace más falta que ponga un pie en la calle o pase una hora (lo que suceda primero) para que me sienta exactamente así:

Y hablás durante hora, hora y media con un flaco. Cubrís todos los temas interesantes posibles. Te cuenta que vive solo, y que mañana tiene que madrugar, pero no tanto, que tiene ganas de quedarse en la cama haciendo fiaca un rato. Le gusta la misma música -quedan en intercambiar algunos discos - se hacen recomendaciones de películas, y han estado leyendo lo mismo últimamente. Cuando están por llegar a las dos horas de conversación, y el resto de la fiesta no te importa nada, llega su novia, a quien había olvidado mencionar cuando hablaba de su rutina, con quién había hecho sus últimos viajes, con quién había visto esas películas. Y es muy tarde. Estás demasiado desorientada y aturdida como para evaluar de nuevo el terreno. La única opción viable es tomar un taxi, llegar a tu casa, prepararte un té y abrir ese chocolate Villars que tenías acovachado para una situación como ésta.

Me caen mal, muy mal, las feas que tratan de compensar la ausencia de belleza física siendo casi beatas, y que se esfuerzan por ser simpáticas y queridas por todos, reduciéndose en algunos casos hasta el papel de trapo de piso. No, querida, así no.

Estoy cansada de escuchar a flacos diciendo que si la mina es una copada, se la cogen. Es mentira. No nos engañemos.

Cada vez que me depilo, me doy cuenta que soy una optimista irrecuperable.

La belleza no es un mérito. Es simplemente tener suerte en el sorteo genético. Sin embargo, no puedo evitar que me afecte.

Respondiendo a Botona: Si pensé y fantasée con la idea de hacerme una cirugía estética? Por supuesto. Varias veces. Varias cirugías. Pero... PERO, es como que estoy en una encrucijada: someterme al bisturí para encajar con una estándar de belleza que no elegí - pero que padezco - o seguir como estoy y dedicarme a la queja eterna.

Parece que estoy hecha para despotricar.

¿Probaste con terapia? Sí, claro. Pero después del sexto psicólogo, me di cuenta que algo no funcionaba: Yo.

Si un flaco que intenta chamuyarme - algo que no pasa muy a menudo - me dice algo como "sos re linda", empiezo a mirar para todos lados y me agarra la paranoia de película de los 80s donde varios amigos pelotudos hacen una apuesta para ver quién se agarra a la mina más fea.

Alguien sería tan amable de explicarme por qué todos los muchachos interesantes, bajan varios puntos de IQ estando con chicas lindas, pero con poca actividad cerebral?

Sí, quisiera que me chupase un huevo no ser linda. Quisiera estar conforme con mi inteligencia, con mi nivel cultural y mi personalidad - que según suelen decirme - es interesante. Pero no. Aunque quisiera evitarlo, aunque lo niegue, a veces, me miro en el espejo y me dan ganas de llorar.

Hoy es la de la primavera. Yupi.

No hay un día en que no me mire al espejo e intente imaginar cómo será la vida de una linda. Qué se sentirá verse al espejo y estar conforme con lo que se ve. Cómo será sentir la mirada del otro posarse benignamente sobre el cuerpo. Qué pensará una linda al irse a dormir. Sobre qué fantaseará. De qué manera latirá su corazón cuando se da cuenta que alguien que le interesa la mira, se acerca, la rodea. Cómo será sentir que el cuerpo, el rostro, el cabello, todo, está en armonía con la naturaleza. Y luego, trato de imaginar cómo sería mi vida, si yo fuese linda. Que no lo soy, claro.